Serenatas

Servicio de Serenatas

E

n 2020 nos tocó vivir un tiempo muy duro, que nos interpeló a todos. Como trabajadora de la música, la idea de pensar que mi labor no era necesaria en estos tiempos me atormentaba. Ver como la música que se podía compartir se reducía a la virtualidad, y saber que no todo el mundo tiene acceso a esos recursos, también me atormentaba. Pero mi mayor temor, era pensar, qué sería de la salud de la sociedad toda, si nos acostumbramos a esa distancia y a ese silencio de la rutina sin música viva. Fue así que me dije, no podemos tocar en un escenario ni juntarnos un grupo de gente, pero si un distribuidor de comida puede tocar el timbre de una casa y dejar un alimento ¿por qué no puedo ir yo  a la puerta de una casa y dejar una canción?  

Recordé las anécdotas de mi abuelo en las que me contaba de las serenatas de su época, éstas serían distintas, serían reducidas serenatas de emergencia, pero con la misma esencia, con la misma alegría.  

Así empecé a promocionar este servicio, ofreciendo una serenata personalizada, donde el contratante debía encargarse de “averiguar” las canciones más significativas para la persona que recibiría la serenata, y por mi parte preparaba ese repertorio especial de cinco canciones para regalarle en nombre de otro, al agasajado, ya sea en cumpleaños, aniversarios o simplemente porque sí. Así pasé a convertirme en una mensajera, en un medio de comunicación sensible de dos o más personas. Llevando un gesto de afecto más valioso que cualquier materialidad tan inservible en estos tiempos.

Las Serenatas fueron para mí un aprendizaje mayor.

Llegar a una puerta cualquiera, a cantarle mirando a los ojos a una persona desconocida, en nombre de otra persona, y correr de mi voz mi decir, para llenarme la boca de lo que otro necesita escuchar y hacer nacer así, casi tangible, la emoción, esa la emoción que nunca faltó en ninguna de las más de treinta Serenatas realizadas a fin de 2020.

 

 

Este emprendimiento musical tuvo gran aceptación de la gente, repercusión y aún hoy se sostiene. Porque es puente tendido.

Para mi, la posibilidad de seguir trabajando, para quien me contrató, fue la posibilidad de acercarse a su ser querido, y para la persona que recibió la serenata, fue como una bocanada de aire puro, una energía renovadora, un sacudón de los lindos. Porque la música sana, y es vida. 

                                                             

 

 

 

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